La primera ‘regla’ en política es no hacer el ridículo

La primera 'regla' en política es no hacer el ridículo
La primera 'regla' en política es no hacer el ridículo

La obsesión de Más Madrid con la menstruación está alcanzando niveles surrealistas. Bien está la «salud menstrual», pero convertir este asunto en ariete político es un disparate que se traduce en propuestas como la de la líder de Más Madrid en el Ayuntamiento de la capital, Rita Maestre, que ha tenido la brillante idea de crear talleres formativos para hombres sobre la menstruación en los espacios de igualdad municipales. Dice Maestre que la menstruación es «un proceso natural que no debería tratarse sólo en privado, sino que debería abordarse como una cuestión de salud pública». Hasta ahí, de acuerdo, pero ir más allá y servirse de la regla para lanzar una cruzada ideológica es una tontería que raya el ridículo. Más Madrid pretende que Ayuso reduzca el precio de tampones y compresas, pero quien debería bajar el IVA de este tipo de productos es quien puede, porque la presidenta madrileña no tiene competencias.

La insistencia de Más Madrid por convertir este asunto en pilar de su acción de oposición, en el Ayuntamiento y la Comunidad, es legítima, pero utilizarla como ariete de Almeida y Ayuso corre el peligro de convertirse en una estrategia ridícula. La primera ‘regla» en política es no pasarse de frenada, de modo que ese ataque a los dos dirigentes del PP por no combatir la «intolerable pobreza menstrual» en Madrid  es rizar el rizo de lo absurdo. Dice Mas Madrid que «muchas mujeres tienen que elegir entre comprar tampones o compresas o comida».  Pues muchísimas más tienen que elegir entre poner la calefacción o comer y Pedro Sánchez sigue insistiendo en que pagamos de luz lo mismo que en 2018. Que se dirijan a La Moncloa, que son amigos.

Lo de los talleres para hombres sobre la menstruación es una solemne memez. Dice Errejón que la menstruación no es algo que afecte solamente a las mujeres, sino que también tienen la regla «hombres trans o muchas personas no binarias», gente que ha estado «invisibilizada». Hombre, Errejón, no te vengas arriba: muchas, muchas, no.

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